TIEMPO TAURINO CON PEPE CASTILLO

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martes, 26 de agosto de 2008

Homenaje a ROCÍO JURADO - ROCÍO “en el Corazón y en el Cielo del Campo Cartagenero”

Por Pepe Castillo Abreu
LO FERRO. Torre Pacheco (Murcia). SÁBADO 23 de Agosto 2008


Homenaje a ROCÍO JURADO


ROCÍO “en el Corazón y en el Cielo del Campo Cartagenero”


ORTEGA CANO se desplazó hasta Lo Ferro, acompañado de su hijo José Fernando, para asistir al HOMENAJE a su esposa ROCÍO JURADO: la “Mas Grande de la Copla, se le dedicó dentro de la 29ª Edición del Festival Internacional de Cante Flamenco de Lo Ferro. Fue una Gala desarrollada impecablemente, y que fue retransmitida en directo por Televisión murciana, y donde la carga emotiva fue muy alta, tan alta como las sensacionales y entregadas actuaciones de los artistas invitados que intervinieron, por este orden: Verónica Lozano, Rosa María Luján, que levantó de su asiento a Ortega Cano, y a todo el auditorio, cuando interpretó de forma extraordinaria el pasodoble que popularizara Rocío “Va por Usted”, a continuación fue el turno de Blanca Villa que se rompió en el escenario cantando y recordando la intima amistad con su “comadre” Rocío Jurado, lo que provocó que Ortega Cano no pudiera contener la emoción, sus lagrimas no fueron las únicas (confieso también las mías, como en el momento de hacer esta crónica vuelven a brotar sin poder evitarlo). Cerraron las grandes actuaciones de la noche el sevillano Carlos Vargas y el veterano locutor y cantautor almeriense Andrés Caparros. En el entreacto, Sebastian Escudero –Presidente del Festival- entregó a Ortega Cano los máximos Galardones otorgados a Rocío, el Melón de Oro y Placa conmemorativa, declarando José que las guardaría con cariño “esperando poder dárselas en mano a Rocío algún día”.


José estuvo sembrado recordando con profunda emoción a su esposa Rocío diciendo: “aunque la he querido mucho, cuanto siento no haberla querido aun mucho mas. Yo la quise mucho y ella también me quiso a mi, -insistió- nos quisimos muchísimo, ahora que no puedo besarla ni tocarla, me doy cuenta de lo grande que era nuestro amor”. Destacó que si era grande como artista, alcanzando el grado de mito, como persona fue mucho más grande por su inmensa sencillez y humildad, su desmedido amor a todos los suyos, y siendo amiga de sus amigos y excelente compañera con sus compañeros. Y subrayó la profunda convicción de fe cristiana que ambos profesaban, y lo que esa misma fe los unía.


José tiene perfectamente localizada a Rocío en una estrella del firmamento, ahí es donde les dice a los hijos de ambos, José Fernando y Gloria Camila, que está mamá.


La gala fue magistralmente presentadas por dos grandes profesionales Luís Terry y Jesús Sancho.


Un apunte muy personal: Conocí a Rocío Jurado artista siendo un adolescente y me impactó sobremanera, ante mis ojos su figura arrolladora y cautivadora como artista y como mujer, nunca dejo de crecer y agigantarse. A menudo disfruto de su discografía, de sus videos, me estremecerá siempre la fuerza tremenda, única, de su voz y sus privilegiadas dotes interpretativas.


Al cabo de los años, como consecuencia de su matrimonio con José, y en ocasiones mi proximidad profesional con el maestro, tuve oportunidad de tratarla personalmente en tres o cuatro ocasiones; verdaderamente en Rocío se correspondía su grandeza de artista con sus grandes condiciones de persona y su calidad humana, no tenia nada que ver con la imagen que daba en televisión, nunca se aproximó su imagen televisiva a la verdadera, a la auténtica Rocío Mohedano persona: alegre, cariñosa, natural, sencilla, acogedora, como dice José “donde estabas tú Rocío, estaba la feria”.


La última vez que pude ver a Rocío en persona, antes de la enfermedad, fue en Madrid, con motivo de la despedida de Ortega Cano de los ruedos en la Plaza de Vistalegre; tras la apoteósica despedida de los ruedos con salida a hombros de Ortega Cano, se dio una fiesta privada a los amigos, a la que me invitaron. Recuerdo de aquella fiesta tan especial para un torero, no digamos para su enamorada esposa, que la fuerza de RocíoRocío irradiaba y contagiaba a todos, su semblante era el espejo de su alma iluminada, radiante de paz y felicidad. Aquella noche estaba plácida, relajada, con su marido retirado, una vez mas, de los ruedos, quedaba atrás su semblante de preocupación, la mirada temerosa de las inquietantes tardes de toros de José. Ella había sufrido por su marido situaciones extremas, limites en cogidas muy graves del torero. José, también estuvo a la altura que tiene que estar un hombre, ante la cogida mortal que tuvo su esposa Rocío, estando junto a ella, sin apartarse un solo instante, hasta el final.
invadía e influía de forma especial en el ambiente, estaba atenta a todos a los que allí nos congregó en torno a su marido con tan señalado motivo, la felicidad de


Quede este proceder de José Ortega Cano, junto al respeto permanente que profesa a la memoria de Rocío, como un ejemplo de verdadero amor, una actitud que lo dignificará y honrará siempre.


Recientemente visite la finca de José en Sevilla –Yerbabuena- la finca que con tanta ilusión forjaron “golpe a golpe” entre los dos. Allí pude ver a un Ortega Cano feliz, con ilusión por mostrarnos toda la finca, los distintos pabellones, la ermita de las Cuatro Vírgenes, los cerrados, la plaza de tientas.


José cuida con minuciosidad que la imagen de Rocío presida los distintos lugares; pero quizá, lo que mas me llamó la atención conforta a Ortega Cano, es el que siente, especialmente, el espíritu de Rocío, allí, precisamente, muy cerca de él.

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